Por Jean De Fountaine
La intención de este artículo es promover que la gente reflexione acerca de los problemas que trae la contaminación ambiental. ¿Nos beneficia en algo atrofiar el mundo donde vivimos? A causa de la ambición del hombre estamos consumiendo nuestro planeta, es decir el lugar donde uno desarrolla su vida satisfaciendo no sólo sus necesidades materiales sino también afectivas.
Este aprovechamiento inevitable es desplazado por el placer que cualquiera siente por tener más dinero en sus bolsillos sin importar las deforestaciones de los bosques, los animales en peligro de extinción, la escasez de agua en el planeta, etc. Estos desastres no los causa la naturaleza, sino que en realidad es el hombre quien los provoca. En Argentina hay muchas leyes que se relacionan con la protección del ambiente, nuestro país cuenta con una importante legislación acerca de la fauna, la flora y los recursos naturales; existen también por ejemplo áreas protegidas (parques, reservas nacionales y monumentos naturales), también hay leyes referidas a los alimentos, el ambiente laboral, los recursos atmosféricos, forestales e hídricos, los residuos, etc.
Sin embargo, hay millones de personas en el orbe que se dedican diariamente a la destrucción de estas leyes, estas no se respetan ni se hacen respetar, aún cuando la ONU lucha para que se lleve a cabo el acatamiento de las normas de cuidado del medio ambiente.
Al menos contamos con un marco legal que contribuyen a la protección y conservación de nuestro planeta, pero ante la devastadora situación que cotidianamente vivimos no podemos hacer “oídos sordos” a las manifestaciones que nuestra tierra nos da: inundaciones, terremotos, maremotos, etc; y al hecho de que en realidad el derecho que tiene el hombre a vivir un ambiente sano no es respetado.
Ralph Loch dijo:“Podríamos ser conocidos como la generación que colocó a un hombre en la Luna, mientras nos encontrábamos de pie hundidos con la basura hasta los tobillos.”(*)
El gas maloliente y lleno de hollín del combustible derivado de petróleo es más que desagradable, es una mezcla de más de 40 contaminantes tóxicos y ha sido ligado al cáncer, asma y más de 21,000 muertes prematuras cada año. Muchos americanos viven y trabajan cerca de sitios llenos de humo diesel como cocheras de camiones, terminales de autobuses, puertos, sitios de construcción y calles y carreteras congestionadas. Algunos estudios han mostrado que niños que viajan en autobuses diesel a la escuela pueden exponerse a niveles más altos de hollín perjudicial para la salud que la gente que viaja en carros cercanos.
Ante este panorama nace la pregunta acerca de si es posible encontrarnos con la naturaleza desde otros lugares que no sean la destrucción de ella. Así surge el ejemplo de las comunidades aborígenes, quienes viven de manera alternativa a este modo de existir que nos destruye, quienes a lo largo de la historia lograron y hoy en día se esfuerzan por convivir armoniosamente con la naturaleza, ya que los mismos no tienen en sus principios arruinar el ambiente por beneficios económicos; y este es un ejemplo a seguir para transitar la vida sin dañar nuestro planeta.
Aquellos que luchan para evitar la contaminación, deberían alentarse con la frase del Che Guevara: “Podrán cortar todas las flores pero jamás marchitarán la primavera” que les remarca que por más calamidades que pasen, no se rindan ni dejen de pelear por sus derechos.
(*) http://www.santacruz.gov.ar/recursos/educacion/contamin.htm